Brm200 Alicante, en realidad fueron 211.
Le he puesto ese título al artículo pero bien podía haberse llamado: “Gracias Germán”, como tantas otras veces.
En esta ocasión en vez de apresurarme a escribir crónica para no olvidar detalles he dejado pasar las horas para asentar emociones.
Bien, ¿ por qué digo emociones?
Pues porque después de la operación es lo primero que he hecho de entidad, y la verdad era demasiado para mi estado de forma, tanto físico como mental.
Pues con él entreno justo que aveces las circunstancias de la vida dejan llegó el jueves y el aguacero terrible caído en la provincia que se transformó en nieve en las montañas alicantinas.
El viernes transcurrió en un continuo mirar los partes meteorológicos y los comunicados de la organización esperando que no se suspendiera, y aunque a mi cadera le hubiese venido mejor, la verdad es que todo está ok para poder realizar la Brevet.
Y llegó el sábado.
Con todo preparado de la tarde anterior y la bici en casa de Germán empezaba la mañana a las 6 am paseando a Lilo.
Hacia mucho frío, y la fría mañana de 4 grados al lado del mar en el punto de salida no auguraba nada bueno en lo térmico.
En el punto de recogida de credenciales de la organización nos esperaba Jaime con los deberes hechos, pero es que nosotros somo así, ya podemos madrugar e ir con tiempo que siempre llegamos justos.
Era hora indicada, 8 am, y empezaron a salir los grupos en tandas de 20. Comenzaba la Brevet.
El principio fue para mí algo rápido dentro de un grupo de “pros” ( de los que me voy a guardar mi opinión pero allá cada uno....) es cierto que cada uno tiene sus bioritmos y a mí particularmente los ritmos rápidos de principio me sacan de punto y para los “pros” no sería rápido pero para mí sí, ó al menos en estas circunstancias.
Con eso y que me he vuelto una meona, en la salida de Agost tuvimos que parar a miccionar y ahí se nos escapó el grupo.
La verdad no era lo más recomendable teniendo en cuenta la kilométrada que faltaba. Ahí tuve mi primera crisis. Si esas que sólo me pasan a mí que parece que me muero y 10km más tarde vuelvo a ir bien, de esas. Tanto es así, que en mitad de mi querido a la par que conocido Maigmó ya estaba cazando gente. Sé que mi cuerpo es raro, pero es lo que hay.
Germán y Jaime me esperaban, yo resucitaba por primera vez en el día e íbamos capturando grupos, así nos plantamos en Tibi en el primer control, con un frío de cuidado.
Ya con El Capitán Germán loco en un sus labores de cumplir el plan, aunque es cierto que la obsesión de mi brother en el plan es la que siempre nos lleva a buen término y nosotros de cabeza a él, la parada en Tibi fue express, con caída de bici mientras sellábamos en el supermercado. La verdad sin más consecuencias que un rasponcito en el sillón de la Solace.
No quiero pasar el momento de hacer mención a un chico que iba con una mano amputada y como un tiro. Si nosotros tenemos mérito imaginaos él.
Inciabamos el camino a Ibi.
El camino hacia Ibi transcurría por esa carretera pestosa que conocen todos los ciclistas de la zona pero que está bastante bien y siempre piensas voy por ahí cuando entrenas porque el firme está genial y que cuando vas te arrepientes porque es fea y aburrida.
En Ibi vimos esas cosas que ya no pasan y es que la gente te anime aunque no sepa ni quién eres... aveces se echa de menos...el que diga que no le mola es muy tontaco!
A partir de empezar a subir Revoltes, segundo puerto del día, el frío apretaba y la nieve ya no era algo testimonial como en el Maigmó y era una constante a ambos lados del asfalto, llegando incluso a taparlo en gran parte en la bajada a Bañeres.
La subida fue a ritmo bastante más llevadera que la primera del día y guardando en todo momento. El descenso fue lento porque estaba peligroso, la verdad mucho, con placas de hielo todo el tiempo.
Al coger la nacional dirección Bañeres me solté un poco de mis dos caballos de carreras pero necesitaba ese momento de sufrir en soledad sin pensar en que les estaba amargando el día a los dos maquinas.
Fue un tramo tranquilo de pensar en lo que llevábamos y lo que quedaba de dosificar y de aprovechar en cuanto se pudo favorable el terreno para meter desarrollo y tirar para abajo por el medio de la calzada, porque los arcenes y cunetas estaban llenos de nieve, a toda velocidad hacia el segundo control del día. Ya iban más de 3 horas y media de bici.
Ahí en Bañeres, sello y parada a reponer con un buen bocata de pechuga de pollo y una Coca Cola( normal y todo) había que meter energías pero reponiendo y metiendo proteína que ayuda al músculo en la larga distancia.
La parada aunque dio de si fue rápida para proseguir con el plan. Cogimos dirección Biar, con Luis( amigo de Germán) y su amigo Alberto que se unían a nuestro trío para formar el quinteto bien avenido que me llevó a buen puerto. La verdad es que el paso por Biar fue testimonial, casi tocar la población y tirar hacia Villena, donde alcanzamos a un compañero del club de Jaime( capítulo a parte es lo que hacen los “pros” de algunas gruperas cuando alguno tiene un problema; del tipo que sea). El cuál finalmente se descolgaría de nosotros en Salinas.
Entre Villena y Salinas fue cuando la musculatura de mi pierna “buena” cansada de tirar ella sola( bueno, casi sola) de las dos dijo basta y empezaron a sobrevenir los calambres. Fue un mal rato. Lo pasé realmente mal durante unos kilómetros apunto de “ramparme” por completo, pero el previsor Bombero de mi vida llevaba magnesio y ahí “reviscolé” de nuevo, esas cosas que tiene mi cuerpo...... Segunda crisis del día, superada.
En la llegada a Salinas paramos a sellar, comer un poco esta vez ya de barritas de las que llevábamos y reponer agua en los bidones; el plan del Capitano ya no daba dejaba margen a imprevistos....y encima el viento volvía a aparecer, esta vez de cara. Viento que no nos dejaría ni un segundo camino de Pinoso. La verdad que todo ese camino hasta fue un sufrimiento continuo por esas rectas infernales y con viento. Ahí quedaba de nuevo de manifiesto el privilegio de tener a mi lado a unos CICLISTAS como Jaime y mi Bro, porque si no.... no sé cuantas horas se me hubiesen ido ahí. La realidad es que el último puertecito lo pasé mal y que llegué al último sello en La Algueña con más pena que gloria, pero ahí me comí una barrita, me tomé otra Coca Cola, una barrita y a funcionar nuevamente.
No estaría bien pasar este tramo de la marcha, excursión, sin agradecer a Boti de Iron bikes, la grasa para la maltrecha de la Solace que desde el paso por la nieve no paraba de chirriar.
De La Algueña salimos buscando la Romana dirección a Aspe como alma que lleva el diablo a casi 50 km/h favorecidos por la bondad del terreno y rodando todo el rato los 40 cuando no. En un abrir y cerrar de ojos estábamos bordeando Aspe para coger dirección a la Alcoraya, no sin antes sufrir el llamado “Col de Aspet” que sin ser un puerto siempre pone a cada uno en su sitio.
El mío era el de padecer, así es que padecí un poco más.
Ya del cruce de la autovía a casa un “paseo”. Nos dejamos caer al principio para retomar la sensación de frescura y enfilando hacia el último escollo del camino, la cuesta de las viudas.
Entendiendo por paseo el final kilometrada que ya llevábamos en las patas !! desde las viudas al Simone a por el sello final lo pasamos recordando como había ido el día y con ataques de cachondeo.
Un placer conocer a Luis y a Alberto y mi gratitud infinita a Germán y a Jaime porque si ellos en vez de duro hubiese pasado a casi imposible.
Aloha y nos vemos por las carreteras.