Todo No era mío.
Iluso de mi yo creía que todo era mío, así lo creí.
El tiempo fluyendo y de sus labios saliendo promesas, sus besos, sus caricias, sus sonrisas, el mirar de sus ojos, que decían tanto y no decían nada, su boca que comía en la mi boca.
Como iba a qué pensar que sus juramentos al filo de sus labios con mis labios, me mentían.
En que cabe cabría pensar que sus dichos no eran serios y solo hablaban para tenerme hechizado, como en un amarre rojo.
Yo fui, ó eso decía ella según su descubridor del amor, el que le hizo enntender la palabra, el concepto el amar, su amor verdadero, el amor que siempre esperó y que ahora me tenía para siempre.
Cuantas noches me dormí en sus brazos, con ese canto de sirena en mis oídos cual nana.
Me decía que yo era el aire que ella respiraba, el todo de su vida. Que quería vivir junto a mi el resto de su vida, que estaba dispuesta a seguirme en mi camino.
También me lo creí.
La que nunca encontraría un obstáculo tan alto, tan duro y tan ajado que pudiera por tiempo o espacio de por medio.
También me creí que las cosas pasan por algo, que lo que es será por que así debe ser, porque si tú y yo formamos esto, esto es para siempre. Todo contigo, juntos es mejor, el amor guerrero infinito e indestructible....también lo creo.
Pero aunque queriendo seguir dormido un día desperté del embrujo que vivía en mi sangre y en mi piel.
Como una telaraña se había apoderado de mi voluntad y de mi ser.
Llego una batalla y nos separó... el amor guerrero huyó.
Lo esperaba en la batalla, no acudió a la guerra del amor.
Corrí a buscarlo y no quiso venir...
Nada fue mío.