Ya he escrito entradas sobre ciclismo, pero esta me está gustando mucho sólo pensarla, me está gustado escribirla y eso que acabo de empezar.
Ahora que ya ha acabado el tour, que está cerca de empezar la vuelta a España y después del trabajo en el rodillo, viendo un documental encima de la bici en casa me han venido a la mente algunas imágenes de las primeras veces que vi ciclismo.
En mi casa ó en el campo con la familia La vuelta, que entonces era en febrero, antena del giro, se veía los fines de semana porque entresemana estábamos en el cole. No era más que lo que veían los mayores después de comer... hasta que un día....
Recuerdo la imagen del por aquel entonces director del Tour de Francia, un hombre de avanzada que corría por la zona de meta para ver lo que ocurría. A sus 83 años no se podía imaginar lo que estaba pasando. Una imagen que quedaría inmortalizada en la memoria de los aficionados al ciclismo y de este que escribe que se enganchaba de por vida. Era Stephen Roche, un completísimo ciclista irlandés, quien yacía sobre el asfalto exhausto tras la etapa.
No podía ni respirar. Por eso, los ayudantes de la organización le colocaron una mascarilla de oxígeno. Necesitaba recuperar el aliento. Volver a la vida tras una etapa de leyenda ante Perico Delgado. Todos pensaban, tras ver a Roche pálido siendo evacuado en ambulancia, que el irlandés no acabaría ese Tour. Delgado, gracias a su fortaleza, le había llevado al límite sus fuerzas. Perico le apretó hasta la extenuación. Roche calculó el tiempo que podía ceder y sufrió lo indecible para no perder más.
Aquella etapa, en realidad, la ganó Laurent Fignon, que a mí nunca me cayó bien, no sé si será por ser francés, por "robarnos etapas" ó qué; tras dar una lección de experiencia a Anselmo Fuerte. El español llegaría con las lágrimas en los ojos.
Pero ese día, lo recordaré y creo que se recordará por el ataque de Roche a Delgado desde el inicio y la respuesta del español, que defendió su liderazgo hasta el último puerto. Fue una batalla épica recordada en muchos libros de ciclismo. Perico Delgado rascaría aquel día 14 segundos, 4 sobre la carretera y otros 10 al ser sancionado el irlandés por coger el avituallamiento en un lugar prohibido.
En realidad fue tras la entrada en meta el ese momento de la imagen de la desolación. La de la mascarilla, la mirada perdida en el infinito y un cuerpo al borde del colapso envuelto en una manda de aluminio, la misma con la que suelen tapar a los cadáveres. Poco después aparecería la ambulancia, que le acogió hasta que recuperó el pulso. Y el aliento.
Aquel ataque de Roche no fue apreciado por los aficionados por la televisión. Sí lo apreció Delgado al ver cómo le pasaban las motos perseguidoras. Un latigazo que hizo que su ventaja se esfumase.
Al final, Roche conquistaría de manera increíble el amarillo ante campeones como Bernard, Mottet, Herrera( el gran Lucho) o el propio Perico, quien le felicitó aquella tarde en la Plagne. También lo hizo tras la contrarreloj de Dijon. Además, ese año, el de 1987, Roche completaría una temporada majestuosa conquistando el doblete Giro-Tour, el mismo que este año se le ha atragantado a mi "amigo" Nairo Quintana, pero sus éxitos no quedarían ahí, puesto que también se llevaría el campeonato del mundo igualando así la gesta del tiburón Eddy Merckx.
Pero al año siguiente sería el turno de Nuestro Pedro; pero ya os lo cuento otro día.